Hoy 31-12-2016 he decidido, como otros muchos, hacer balance de lo que ha supuesto este año que está a punto de acabar.
La verdad es que ha sido un gran año a nivel profesional pero muy difícil a nivel personal pues la enfermedad de mi madre, un afortunadamente equivocado diagnostico a mi marido y mi propia enfermedad no me han dado tregua en los últimos 9 meses. Por eso este va a ser un post diferente, mucho mas intimista y personal pues en estos momentos es el único que soy capaz de escribir.
Todos los que me conocen saben que me apasiona el derecho de familia, mi trabajo y mi despacho, pero únicamente los que tienen una relación mas personal conmigo conocen que esa misma pasión también la he tenido para disfrutar siempre de la vida, de mi familia y de mis amigos.
Si echo la vista atrás, lo único que veo es que estos meses tan duros personalmente (especialmente después de mi aislamiento) me hicieron cambiar, volviéndome más solitaria, huraña y volcándome en el trabajo de forma casi obsesiva, como única vía para autoprotegerme del dolor, olvidándome, en ocasiones, de quienes siempre, y de forma incondicional, han estado a mi lado, tanto en los momentos buenos como en los malos. Y eso es imperdonable, porque aunque uno se aísle para proteger a los otros de su sufrimiento, con el tiempo te das cuenta que el alejamiento todavía les duele más.
¿Y qué decir de los más cercanos? Pues que han sido ellos quienes se han llevado la peor parte de mi estrés, mi dolor, mi olvido y mi rabia por lo que he creído durante muchos meses que no podía ser otra cosa más que un castigo divino pues como sino entender todo lo que estaba sucediendo.
Por ello, quiero dar públicamente las gracias a quienes han estado a mi lado en este 2016; ellos y ellas saben quienes son sin necesidad de dar sus nombres. Pero, en especial, y por compartir cada uno de estos 365 días, debo agradecer a Gema Moyano y Pol González su apoyo, paciencia, vinculación y dedicación; a los tres pilares de mi vida Vicente, Júlia y Berta les pido públicas disculpas por todos mis malos momentos y por haberles dedicado mucho menos tiempo del que, sin ningún género de duda, se merecen.
Afortunadamente, a partir de las 00:00 empiezo mi renovación pues, copiando un bonito texto que he leído, me he dado cuenta de que todo cambia en un año, de que quien era importante pasa a ser un extraño y de que alguien que era un desconocido es especial. Es tiempo de echar de menos relaciones personales que existieron y ya no están, de aceptar que las cosas no son como planeamos pero quizás porque no somos la misma persona que las planeo. Es tiempo de nuevos e importantes propósitos: quererme, sonreír más, leer, viajar, amar, perdonar y pedir perdón, escuchar, divertirme, soñar, mimar y mimarme, llamar, enviar ese whatsapp, escribir ese correo, reír, bailar, agradecer, sorprender, aprender y hacer que las cosas pasen. Es tiempo de proponerse ser la mejor versión de uno mismo. De ser feliz. Y el tiempo es simplemente, siempre, pero sobretodo…… AHORA!
Así voy a ser y estar este 2017 pero, eso sí, no creáis que me voy a olvidar de continuar reivindicando la creación, una vez por todas, de una jurisdicción especializada en derecho de familia en todos los partidos judiciales para que todas las rupturas tengan la oportunidad de ser resueltas por jueces, fiscales y abogad@s que traten a los menores con la sensibilidad, respeto y justicia que se merecen.
¡Gracias por estar ahí y Feliz 2017 a todos!